Por: Luis Carlos Olivares Lozano
En nuestra vida diaria, y especialmente en temas de la política, la religión y el deporte, es común encontrarnos con muy diferentes opiniones.
Esta diversidad, por sí misma, no es mala, ya que ayuda al enriquecimiento personal mediante el diálogo y una mejor comprensión de los temas. Sin embargo, con frecuencia caemos en el error de expresar agresiones y burlas.
Es clave diferenciar entre las personas y las ideas. Todas las personas tienen dignidad y merecen respeto, sin distinción de edad, raza, religión, estatus económico y social, sexo, nacionalidad, etc.
Por su parte, las ideas deben ser presentadas de manera objetiva y honesta, evitando caer en las mentiras y el terreno de...para seguir leyendo oprima a continuación el botón "Leer más"
la violencia verbal, física o la descalificación personal. Ser tolerantes ante un mundo dinámico con muchos cambios y opiniones. Tener una comunicación asertiva, sin los extremos de la pasividad de quedarnos callados o la agresión hiriendo al prójimo.Aunque esta distinción entre personas e ideas es sencilla de entender, a menudo no lo aplicamos en la práctica. Tendemos a tomar las discusiones muy personales y nos dejamos arrastrar por las emociones negativas. Necesitamos ser más reflexivos y cambiar nuestros comportamientos.
Como parte de nuestra superación personal, podemos madurar en este aspecto, especialmente en un año marcado por una intensa efervescencia política.
La capacidad de dialogar con respeto y tolerancia está en nuestras manos.